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La historia está escrita desde un futuro distópico en 2046, os dejamos aquí el relato para que lo disfrutéis.
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2046 - Cuando Microsoft hundió España.
En el año 2016 unos alumnos de la
Complutense presentaron unas propuestas de ley y hablaron con un grupo de
activistas políticos para llevarlas al Congreso. Estas leyes, que pretendían
regular el almacenamiento de datos y una serie de derechos en internet, fueron
objeto de intensos debates hasta que un nuevo documento con algunas
modificaciones se presentó al congreso en junio de 2017, siendo aprobado y
ratificado antes de 2018. En el momento en que entró en vigor, los usuarios
respiraron aliviados por el freno de la recopilación de datos y la recuperación
de la propiedad intelectual que subían a sus redes sociales. Entre las medidas
aprobadas se encontraban regulaciones de distinta índole, como restricciones
sobre la toma de datos privados, la publicidad engañosa y sobre el oscurantismo
en el código informático.
Cuando la ley fue efectiva se
ofreció un plazo de un mes a las empresas mercantilmente activas del ámbito
estatal para alojar en un portal público aquellas de sus aplicaciones cuyo desarrollo
se hubiese abandonado. Sin embargo, una coalición de dinosaurios de la
informática encabezado por Microsoft decidió que la ley no debía aplicarse a
ellos, así que interpusieron demandas al estado como se establecía en el
también aprobado TTIP, el tratado para el comercio y la inversión
transatlántica.
Este tratado regulaba que las
empresas podían denunciar a naciones si estas actuaban en contra de sus
intereses comerciales, lo que sería arbitrado por un tribunal privado. El
gobierno español, quizá por primera vez en su historia reciente, decidió no
ceder al chantaje extranjero de un tratado que ellos mismos habían apoyado y
que ahora les perjudicaba, así que entraron en litigios. El gran problema fue
que no jugaban con sus propias normas, sino con las que habían impuesto las
empresas.
Los juicios se prolongaron a lo
largo tres años, en los que España
obligó a Microsoft a revelar su código si quería seguir participando en el
sector económico nacional. Sin embargo, a cada paso que se daba, la compañía emitía
nuevas denuncias y quejas al tribunal arbitral. Cuando Microsoft se vio
obligado a subir su código fuente, aparte de grandes agujeros de código
borrados, se descubrió que llevaban años plagiando a otros sistemas operativos
y utilizando código fuente protegido con licencias libres. La comunidad
internacional se hizo eco de la noticia y las acciones de Microsoft perdieron
el 80% de su valor.
La comisión de gestión de la
‘crisis Microsoft’, como la tituló la prensa, se henchía de orgullo por su
fantástica gestión cuando el tribunal emitió el fallo a favor del conglomerado
de empresas en favor del código propietario. España había causado prácticamente
la bancarrota de varias empresas y se vería obligada a devolver el total del
dinero estipulado por un peritaje de titularidad privada. El problema era que
para cuando el peritaje se hizo efectivo, la deuda del país superaba varias
veces el PIB de la nación, por lo que las alternativas eran escasas.
Algunos propusieron una devolución
ponderada del dinero y los intereses a lo largo de los próximos 100 años, lo
que la empresa rechazó de pleno, pues consideraba que el perjuicio había sido
más rápido que la subsanación del mismo y lo cual apoyó un jurado que a todas
luces estaba bajo sueldo de la asociación de empresas. La única opción que se
halló en el momento fue la cesión temporal de la gestión pública del país a las
grandes empresas perjudicadas, produciéndose de este modo el primer gobierno a
cargo de una empresa.
Los siguientes años en los que la
soberanía nacional fue privada, la coalición de firmas comerciales trató de
recuperar la máxima cantidad de capital y de este modo se produjeron recortes,
embargos, subidas de impuestos, expropiaciones y privatizaciones, que dejaron
el país en una situación de inestabilidad económica y política. España fue
expulsada de la Unión Europea por su pérdida de soberanía, y la renta per
cápita sufrió un descenso pasmoso. Hubo un éxodo masivo de ciudadanos que
buscaban los medios de subsistir en un país con unos impuestos asequibles,
causando un decremento de la población de un 85% y creando la España que existe
hoy, una nación fantasma.
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